Mi Tercer Trimestre de Embarazo: El Peso del Cuerpo y el Peso de las Emociones
El tercer trimestre fue otro viaje completamente distinto. Mi cuerpo ya no se sentía ligero y lleno de energía como en el segundo trimestre. Ahora, todo pesaba más: mi barriga, mis piernas, mis pensamientos.
Empecé a sentirme más lenta, más torpe. Caminar largas distancias se volvió un reto, dormir bien parecía imposible y, a medida que mi barriga crecía, las molestias también lo hacían. El insomnio se volvió mi compañero nocturno, las piernas me dolían y mi espalda pedía descanso, pero al mismo tiempo, mi mente estaba en un torbellino de emociones.
Lloré más de lo que esperaba. Las hormonas estaban a flor de piel y me hacían sentir una montaña rusa de emociones. A veces me sentía increíblemente feliz y a veces me invadía una angustia inexplicable. Era una mezcla de cansancio, ansiedad y la inminente realidad de que el parto estaba cada vez más cerca.
A pesar de todo, seguí en movimiento tanto como pude. Practiqué yoga y pilates hasta los ocho meses, intentando darle a mi cuerpo lo que necesitaba para seguir adelante. Me ayudaba a liberar tensión, a sentirme en control, aunque fuera por un rato.
Y luego, cuando pensaba que solo tenía que esperar el gran día, ocurrió algo inesperado. A solo diez días de dar a luz, en una tarde en la que estaba especialmente feliz, salí a pasear con mi pareja y me resbalé en un hueco de un árbol. En un segundo, caí de cara al suelo. El miedo fue inmediato. Solo pensaba en proteger mi barriga.
En el hospital, me atendieron enseguida. Me rompí el tobillo. Al principio pensé que no era nada, pero el dolor me hizo llorar como una niña. Me pusieron una escayola, pero lo peor fue darme cuenta de que no podía usar muletas. Con la barriga tan grande, era peligroso y muy incómodo. Así que tuve que moverme en silla de ruedas dentro de casa durante los últimos días antes del parto.
Llegados a este punto, solo quería conocer a mi bebé. Ya no había espacio para más preocupaciones ni miedos. Mi cuerpo había llegado al límite, pero mi corazón estaba listo.
Si estás en el tercer trimestre, sé paciente contigo misma. Tu cuerpo está haciendo lo más increíble que puede hacer. Es normal sentirte cansada, es normal que las emociones vayan y vengan, y es normal que quieras que todo termine ya. Pero también es el último tramo de un viaje maravilloso.
Ánimo, mamá. Ya casi llegas.
No estás sola
A veces, la maternidad puede sentirse solitaria, pero no tienes que cargar con todo en silencio. Aquí tienes un espacio seguro para compartir lo que sientes, sin juicios, sin miedos. Porque lo que vives, otras mamás también lo han sentido. Escribiendo tu historia, puedes ayudar a alguien más a sentirse comprendida.