Cuando el cansancio pesa más que el cuerpo
Recuerdo una noche en la que el agotamiento me consumía por completo. El bebé no paraba de llorar, y yo ya había intentado de todo: pecho, brazos, mecerlo, cantarle… Nada parecía calmarlo. Mi cuerpo pedía descanso a gritos, pero mi mente no me dejaba rendirme.
En un momento de desesperación, lo sostuve contra mi pecho, cerré los ojos y simplemente respiré hondo. En ese instante, sentí su cuerpecito relajarse, su llanto volverse un pequeño sollozo y, finalmente, su respiración acompasarse con la mía.
Me di cuenta de que, aunque me sintiera al límite, no estaba sola. Mi bebé también me necesitaba, pero yo también necesitaba cuidarme a mí misma. Aprender a pedir ayuda, a tomarme un respiro y a recordarme que no tenía que hacerlo todo sola fue una de las lecciones más valiosas de la maternidad.
No estás sola
A veces, la maternidad puede sentirse solitaria, pero no tienes que cargar con todo en silencio. Aquí tienes un espacio seguro para compartir lo que sientes, sin juicios, sin miedos. Porque lo que vives, otras mamás también lo han sentido. Escribiendo tu historia, puedes ayudar a alguien más a sentirse comprendida.