Hay noches en las que me siento completamente sola. No importa que tenga a mi bebé en brazos, que mi pareja duerma al lado o que mi familia me pregunte cómo estoy. Siento que nadie realmente lo entiende.

Hace unas semanas, después de otro día interminable, me encerré en el baño y lloré en silencio. Me miré en el espejo y no me reconocí. ¿Dónde estaba la mujer que era antes? Me había convertido en «mamá», pero ¿y yo? ¿Dónde quedaban mis sueños, mi tiempo, mi identidad?

Amo a mi bebé más que a nada en este mundo, pero a veces me pregunto si lo estoy haciendo bien. Me siento agotada, pero cuando intento descansar, la culpa me invade. Cuando alguien me pregunta cómo estoy, sonrío y digo: “Bien”, aunque por dentro solo quiera gritar.

Nunca pensé que la maternidad sería tan solitaria. Pero aquí estoy, sintiéndome así, sin saber si es normal, sin saber si alguna vez dejaré de sentirme de esta manera.