¿Zona de confort? ¿Qué era eso?

Cuando hacemos algo nuevo, algo que nos da pereza, miedo o que creemos saber de antemano —sin siquiera probarlo— que no nos va a gustar, al menos en mi caso, la mente te pide que no lo hagas. Es como un impulso que te lleva en dirección contraria. A veces, simplemente, lo que pasa es que nos da pereza.

Cuando eres padre, ese “me da pereza” deja de ser una opción: toca cambiarlo, toca alimentarlo, toca dormirlo, etc. Tu mente sigue intentando evitar todas esas cosas que, por distintos motivos, preferirías no hacer: porque estás cansado, porque tenías otros planes para esa tarde, y un largo etcétera.

En ocasiones logras salir de esa zona de confort porque has empezado el año con una nueva mentalidad, porque estás conociendo a alguien y quieres dar lo mejor de ti… pero ninguna de esas situaciones se puede comparar a la de ser padre.

La energía que tienes, las ganas, la manera en que tus prioridades cambian para estar siempre, siempre, siempre disponible para tu hijo, te transforman tanto activa como pasivamente. Y me doy cuenta de que eso puedo aplicarlo a todos los demás aspectos de mi vida, a todas esas zonas de confort que antes me limitaban.

Ahora soy mucho más que antes, y cada vez que hago esta reflexión me siento profundamente agradecido de ser padre y orgulloso de la trayectoria que lleva mi vida, que es incluso mejor de lo que jamás habría imaginado.

Gracias, hijo, por hacerme crecer.
Y gracias, mamá, por acompañarme en este viaje.

Con amor, Papá.

No estás sola

A veces, la maternidad puede sentirse solitaria, pero no tienes que cargar con todo en silencio. Aquí tienes un espacio seguro para compartir lo que sientes, sin juicios, sin miedos. Porque lo que vives, otras mamás también lo han sentido. Escribiendo tu historia, puedes ayudar a alguien más a sentirse comprendida.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

1 comentario en “¿Zona de confort? ¿Qué era eso?”

Scroll al inicio