La felicidad se parece a ti, mi bebé

Antes de convertirme en mamá, la felicidad tenía otras formas. Una noche de risas con amigos, un viaje soñado, un logro personal o profesional. Y aunque todas esas cosas siguen siendo preciosas, la maternidad me mostró una felicidad completamente distinta. Más intensa, más cotidiana, más real.

Ser madre es despertarte cansada, pero recibir la sonrisa más luminosa del universo. Es descubrir que una mirada, un balbuceo, o el roce de una manita en tu cara pueden deshacer cualquier tormenta interna. Es llorar de emoción mientras tu bebé duerme sobre tu pecho, sin hacer nada más… porque eso es todo.

La felicidad de ser mamá (o papá) no siempre viene envuelta en arcoíris. A veces está disfrazada de caos, de pañales a las 3 de la mañana, de dudas y miedos. Pero está ahí. En los momentos pequeños, en los avances lentos, en las primeras veces. Es una felicidad construida con amor y entrega, con paciencia y una fuerza interior que ni sabías que tenías.

He aprendido que no existe una única manera de ser feliz como madre. Algunas encuentran esa dicha en la lactancia, otras en los paseos, en la rutina, en ver crecer a su hijo cada día. Cada maternidad es distinta, pero todas comparten esa chispa única: el privilegio de cuidar, de acompañar, de amar sin medida.

Y sí, hay días duros. Días de dudas, de cansancio, de sentirse perdida. Pero incluso ahí, en medio del desorden, hay algo sagrado: la certeza de que lo que estamos haciendo importa. Que ese pequeño ser al que guiamos es nuestro mayor milagro.

Si estás leyendo esto y sientes que no siempre puedes con todo, recuerda: no necesitas ser perfecta para ser una buena madre o un buen padre. Solo necesitas estar. Amar. Intentarlo, una y otra vez.

Porque en el fondo, la felicidad de ser madre no es otra cosa que sentirse parte de algo mucho más grande que una misma: una historia de amor incondicional que apenas empieza.

Con amor,

Mamá

No estás sola

A veces, la maternidad puede sentirse solitaria, pero no tienes que cargar con todo en silencio. Aquí tienes un espacio seguro para compartir lo que sientes, sin juicios, sin miedos. Porque lo que vives, otras mamás también lo han sentido. Escribiendo tu historia, puedes ayudar a alguien más a sentirse comprendida.

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