¿Lo cargo mucho? Derribando mitos con amor
Desde que nació Isaac, algo fue muy claro para mí: mis brazos serían su lugar seguro. Y aunque algunas voces decían «lo vas a malacostumbrar», mi corazón —y su carita tranquila en mi pecho— me decían otra cosa.
Lo cargo mucho. A veces durante horas. Lo porteo desde que tenía un mes. Lo he llevado conmigo mientras hago pequeñas tareas por casa, mientras paseo, mientras simplemente existimos en el mismo ritmo. Y no, no me arrepiento ni un segundo.
Es más: si volviera atrás, lo haría igual… o incluso más.
Cuando lo llevo cerca, se calma, observa todo a su alrededor con curiosidad, y su cuerpito se relaja. Aunque a veces mi espalda se resienta un poco, hay algo mucho más fuerte que me impulsa a seguir: verlo feliz, atento, sintiéndose amado y seguro. Es como si en mis brazos pudiera entender el mundo desde un lugar bonito.
Sé que no todos los días son fáciles. A veces pesa, a veces estoy cansada, a veces dudo. Pero también sé que este contacto constante, este “sí, te sostengo”, ha creado entre nosotros un vínculo profundo. Siento que Isaac confía en mí, que sabe que estoy, que no necesita gritar fuerte para que lo escuche, porque sabe que lo haré desde la primera señal.
A las mamás que se preguntan si están malcriando por cargar mucho: no, no lo están haciendo mal. Están enseñando a sus bebés que el mundo es un lugar cálido, donde sus necesidades importan. Están cultivando seguridad emocional, apego sano, y amor del bueno.
Cargar no es solo sostener con los brazos. Es sostener con el alma. Y eso, en los primeros meses de vida, lo es todo.
No estás sola
A veces, la maternidad puede sentirse solitaria, pero no tienes que cargar con todo en silencio. Aquí tienes un espacio seguro para compartir lo que sientes, sin juicios, sin miedos. Porque lo que vives, otras mamás también lo han sentido. Escribiendo tu historia, puedes ayudar a alguien más a sentirse comprendida.