Ser padre y sentirse padre

La primera vez que mi familia conoció a mi hijo fue un tanto agobiante. Ya no eres solo el primo, el sobrino, el nieto. Eres todo eso y, además, responsable y progenitor de otra personita. Expuesto así parece sencillo, pero tu mente y tus recuerdos están saturados de toda una vida siendo solo lo primero: primo, sobrino o nieto. Y cuesta hacer el cambio. Sentía que tenía que demostrarles a mis parientes que ahora era algo más, pero… ¿cómo se hace eso?

¿Cogiéndolo en brazos con buena técnica? ¿Respondiendo al “¿qué tal, papi?” con todo lujo de detalles, no vaya a parecer que no estabas preparado?
Cuando quieres darte cuenta, estás tan encerrado en tus pensamientos en la mesa familiar que no sabes ni qué estás comiendo.

La verdad es que, para mí, no hay «una forma» inmediata o correcta de adaptarte a tu nueva realidad. Tienes que aceptar lo confuso que pueda ser y no tener miedo a reconocer que muchas cosas son nuevas y complicadas: complicadas de vivir y de contar. Acabas harto de tener que responder al “¿qué tal, papi?”.
Lo mejor, a corto plazo, es decir: “Genial, pero dormimos poco”, y punto.

Con el tiempo, tu forma de pensar y de actuar se adaptará por sí sola a tu nueva realidad como papi, y los demás… que piensen lo que quieran.

No estás sola

A veces, la maternidad puede sentirse solitaria, pero no tienes que cargar con todo en silencio. Aquí tienes un espacio seguro para compartir lo que sientes, sin juicios, sin miedos. Porque lo que vives, otras mamás también lo han sentido. Escribiendo tu historia, puedes ayudar a alguien más a sentirse comprendida.

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